Un hombre muy blanco caminaba en una tierra muy caliente cuando se encontró con la desgracia ajena. Esta vez estaba conformada por una mujer negra que iba de aquí para allá, niño enfermo en brazos, por el terreno donde creció y crió una familia. Era más vieja de lo que se sentía y menos de lo que aparentaba. Daba pasos como tambores con canción en boca.
El hombre, que siempre veía todo desde arriba, distante y ajeno, le preguntó a la mujer cómo se encontraba la felicidad en un lugar como ese. La mujer, que sólo sabía un poco sobre el campo y otro tanto sobre la vida, no supo cómo responderle.
Tan frío como sus tierras de origen, el hombre insistió en saber cómo se era feliz entre tanta pobreza. Usando todo lo que tenía de sabia y de mujer, la negra le respondió: "aquí se baila. Su felicidad está hecha de oro, la nuestra de música; porque a bailar es a lo único a lo que venimos a este mundo".